martes, 30 de octubre de 2007

PARA VOLVERLA A VER...

Los Puentes de Madison - Clint Eastwood

Es grata y liberadora la experiencia de este film. Desde el inicio todo se sostiene sobre el personaje de Francesca, y muy bien que lo hace Meryl Streep, con una interpretación fantástica. Casada, casi atada y semi-circunscrita al ámbito de su casa. Cada gesto nos la revela en una mayor dimensión. Para acabar quizás igual que antes pero con una llama ardiendo en el interior.

El film se desarrolla en paralelo: las acciones del presente, con los hijos de Francesca luego de su muerte que empiezan a develar ciertos detalles antiguos a partir de un diario íntimo escrito por ella. Esto decanta en una nueva forma de ver a la madre ahora como mujer. Y la vemos vivir su historia con Robert Kincaid, fotógrafo de la National Geographic.

Es liberador ver como Francesca se embarca desde el inicio en esta aventura, rompe una a una cada atadura. Un camino y un hombre se le presentan y pese a la duda decide embarcarse. Desde allí todo cambia. Clint Eastwood usa la figura del camino, del puente. Cambia ella a cada instante. Y siempre el camino, solitario.

El de Eastwood es un film de mucha calma, pero que igual desborda pasión desde el interior. Se apoya en el diálogo, pero no para presentarnos a los personajes, sino para que interactúen y a partir de allí los vayamos descubriendo. Kincaid, personaje principal, descubre y se descubre en esa mujer. Sin embargo saben, se internan en una aventura finita.

Todo se centra en ellos dos dejando de lado cualquier otro detalle. Así lo busca Eastwood, nos quiere concentrados en ambos, en cada discusión, halago, pelea, olvido, todo es importante en una relación así; hasta el más insignificante detalle. Entonces cada disturbio ayuda al conflicto, alejándolos más.

Vale la pena ver el film y sólo llegar hasta la memorable escena en que Robert Kincaid bajo una lluvia ardorosa se despide, y Francesca con la mano en la manija de la portezuela y apunto de abandonarlo todo renuncia definitivamente a él, viendo su camioneta doblar la esquina y desaparecer.

Pese a lo subjetivo del termino; indispensable.

Escrito por Daniel Anteparra.

jueves, 11 de octubre de 2007

PARA VOLVERLA A VER...

"NUECES PARA EL AMOR"

UNA HISTORIA CONMOVEDORA DE ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

Para decir algo sobre "Nueces para el amor" y más aún para recomendarla a volverla a ver, es imprescindible darle una definición; en ese sentido podemos decir que esta película es una de las mejores historias de amor del cine hispanoamericano. Su historia, sus actuaciones, su musicalización, su lenguaje narrativo, y todo los demás elementos cinematográficos forman un conjunto sui generis que tiene como director al argentino Alberto Lecchi.

Marcelo y Alicia, que se conocieron en la adolescencia y que se volvieron a encontrar varias veces a lo largo de sus vidas, son una pareja imposible de realizarse plenamente por cada abrupta circunstancia que interfiere en sus deseos dentro de una Argentina llena de abruptos hechos históricos. En estas circunstancias de la historia, ambos personajes nos muestran que el amor es antónimo de estupidez, de cursilerías, de dependencia mutua, de estancarse en la vida porque no se puede ser feliz con alguien, pero seguir amando en lo más profundo.

Cuantos de nosotros no somos aquellos Marcelos y Alicias que se amaban por un simple hecho: el no depender del otro para vivir, construyendo un amor realmente libre y por ser libre, un amor fuerte al paso del tiempo, intenso e inmortal, ligado a la realidad que nos toca vivir y que influye en cada uno de los personajes, interpretados memorablemente por una Ariadna Gil que nos conmueve cuanto expresa que ya ni siquiera puede prender un fósforo, y un Gastón Pauls que nos alienta a putear cuando lo particular y lo general nos agobian toda una vida.

Pero esta historia también es una historia de lucha, de luchar no sólo en el plano individual, sino también social, por ejemplo Alicia que entrega parte de su vida a la militancia política por un mundo mejor con justicia, la cual es mermada con el indulto de Carlos Menen a los militares de la dictadura que asesinaron miles de argentinos, entre ellos al compañero de Alicia.

Así también Marcelo, cuya lucha es más personal por tratar de ser feliz; como decía Gastón Pauls el día que pude preguntarle sobre esta película y su personaje: "mi personaje al final va hacia el amor, hacia lo que siempre creyó, y nunca pudo, nunca se animó" y además resaltó que los protagonistas “hacen arrancar aquellos trenes que estaban detenidos en sus vidas".

Sinceramente es valioso que la película reitere en contextualizar cada situación particular de la pareja dentro de una situación general ocurrida en la realidad que los envuelve. Eso da solidez a los personajes, pues todo hombre es en cierta manera producto de las circunstancias y al mismo tiempo las circunstancias son producto de los hombres. En fin, una historia muy humana, muy profunda y muy nuestra. Que vale la pena volver a ver.

Escrito por Eduardo Rodríguez A.

jueves, 4 de octubre de 2007

PERFILES: "Patricio Guzmán, el cineasta político de una buena memoria obstinada".

Difícilmente se encuentra en un continente como el nuestro, lleno de convulsiones y luchas sociales y lleno de episodios oscuros como las masacres de población civil por parte de gobiernos al servicio del imperialismo y la burguesía, cineastas que se dediquen al cine documental y busquen a través de éste, el rescate de una memoria colectiva, histórica, política y socialmente polarizada como la que existe en Chile. ¡Patricio Guzmán es uno de ellos!

Guzmán nace el 11 de agosto de 1947 en Santiago de Chile y estudio cine en la Escuela Oficial de Cinematografía de Madrid en España hasta 1970, y desde entonces se dedicó de lleno a la realización de documentales, su primer obra fue “El primer año” que tarta sobre los primeros doce meses del gobierno de Allende, aunque se podría decir que su camino en este género cinematográfico se inicia con su mejor obra: “La Batalla de Chile”, donde se muestra los días previos al golpe fascista de Pinochet, así como el asalto al Palacio de la moneda por parte de los salvajes militares el 11 de setiembre de 1973. En esta película apreciamos claramente la polarización de la sociedad chilena como una firme evidencia de la lucha de clases en esa época, pero que sigue desarrollándose en la actualidad.

Posteriormente Guzmán continúa su trabajo realizando otras películas como “En nombre de Dios”, “La memoria obstinada”, “El caso Pinochet” y algunas recientes como “Salvador Allende”. En la mayoría de estas realizaciones documentales se recoge las dos posiciones políticas, con la intención de mostrar el antagonismo de clases que permanece en Chile, y que trata de ser asolapado por los gobiernos de turno, sino recordemos las marchas a favor y en contra que provocó la muerte del delincuente y genocida de Pinochet.

De esta manera podemos entender el cine de Guzmán como un conjunto de miradas históricas minuciosas, cotidianas y políticas, que tienen como objetivo poner a un pueblo fracturado, frente a frente con un pasado oscuro y vergonzoso, donde muchos apoyaron en esos años (1973 – 1989) los cartuchos a discreción sobre las masas indefensas y desarmadas, que aún así confrontaron la dictadura con valor y dignidad.

Para Guzmán su compromiso está con la verdad y su pueblo, y es humilde al reconocer que su obra, “si bien es cierto parte de una pequeña investigación, es un sencillo aporte a la historia, ya que son los historiadores los que deben hacer las investigaciones más completas”. Así pues creemos que el trabajo de Patricio Guzmán, es válido para entender una parte de la historia en las luchas populares, analizar sucesos históricos y sacar lecciones que nos permitan encarar de mejor manera la realidad y la crisis del sistema capitalista que nos agobia actualmente.

Sin duda Guzmán es una muestra de un hombre comprometido consigo mismo y con su realidad, y un ejemplo de que el cine y la política tiene una estrecha relación, más aún cuando se trata el documental como una herramienta que ayude a una buena memoria obstinada, a encontrar la verdad para comprender el pasado, transformar el presente y construir un mejor porvenir.

Escrito por Eduardo Rodríguez A.