“EL HIJO DE LA NOVIA”
ENTRE EL ÉXITO ECONÓMICO Y LA FELICIDAD
¿Es necesario estar al borde de la muerte para replantearnos que queremos en la vida y qué personas valiosas no las tenemos en cuenta? Tal vez sí, o tal vez no, pero esta película nos plantea tal hecho como el punto de partida hacia una reflexión de una disyuntiva que afrontamos los hombres de hoy: el ser absorbidos por la rutina diaria de labores, o liberarnos en el amor y el cariño a nuestros seres queridos.
Ese es el caso de Rafael Belvedere, obsesionado hasta el paroxismo con la administración de su restaurante familiar sin darse cuenta que esa conducta lo está alejando de su entorno afectivo: una madre enferma de Alzheimer, un padre que quiere cumplirle el sueño a su esposa, una hija que no sabe lo que es su papá y una novia casi no tomada en cuenta.
De repente un infarto, una alerta de la vida para remendar el rumbo y el difícil camino de recuperarlo todo, hasta un amigo de la infancia. En el cumplimiento de esta tarea se embarca Rafael Belvedere, un personaje que existe, porque existe Ricardo Darín, el mejor actor de cine argentino en la actualidad, y que plasma perfectamente el cambio de actitud hacia la vida.
ENTRE EL ÉXITO ECONÓMICO Y LA FELICIDAD
¿Es necesario estar al borde de la muerte para replantearnos que queremos en la vida y qué personas valiosas no las tenemos en cuenta? Tal vez sí, o tal vez no, pero esta película nos plantea tal hecho como el punto de partida hacia una reflexión de una disyuntiva que afrontamos los hombres de hoy: el ser absorbidos por la rutina diaria de labores, o liberarnos en el amor y el cariño a nuestros seres queridos.
Ese es el caso de Rafael Belvedere, obsesionado hasta el paroxismo con la administración de su restaurante familiar sin darse cuenta que esa conducta lo está alejando de su entorno afectivo: una madre enferma de Alzheimer, un padre que quiere cumplirle el sueño a su esposa, una hija que no sabe lo que es su papá y una novia casi no tomada en cuenta.
De repente un infarto, una alerta de la vida para remendar el rumbo y el difícil camino de recuperarlo todo, hasta un amigo de la infancia. En el cumplimiento de esta tarea se embarca Rafael Belvedere, un personaje que existe, porque existe Ricardo Darín, el mejor actor de cine argentino en la actualidad, y que plasma perfectamente el cambio de actitud hacia la vida.
Notable la escena cuando el hijo va a hablar con su madre al albergue y despiertan dentro de nosotros ternura y sobretodo nos enseñan que nunca es tarde para expresarle a una madre lo mucho que la queremos. Pero hay más, esta película también es una crítica social al sistema absorbedor que está desarmando a las familias, a la iglesia que no ha cambiado en nada su hipocresía y su interés económico, y al individuo que no quiere asumir compromisos con quien realmente tiene que asumirlos.
Es indudable así que está película haya tenido la acogida demostrada hasta hoy, un director como Campanella y una buena selección de actores como Darín, Norma Leandro (profunda interpretación), Hector Alterio, Natalia Berveke y Eduardo Blanco en el papel de un angel para Darín, fueron desde un comienzo garantía de la construcción de esta película, y recuerden nunca tengamos vergüenza de comprometernos, pues no son cosas de chicos, ¿acaso nos hay abuelos y abuelas que se siguen amando?
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Juan José Campanella.
País: Argentina.
Año: 2001.
Duración: 124 min.
Interpretación: Ricardo Darín (Rafael Balverde), Héctor Alterio (Nino Balverde), Norma Aleandro (Norma Balverde), Eduardo Blanco (Juan Carlos), Natalia Verbeke (Naty).
Guión: Juan José Campanella y Fernando Castets.
Producción general: Adrián Suar.
Fotografía: Daniel Shulman.
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